Categórica defensa de un imputado

Mario Pieri es el peluquero que vio con vida a Carlos Schedan en la delegación de la Policía Federal de Neuquén, el día de su secuestro en junio de 1976. El 25 de agosto de 2021 declaró en el juicio a pedido de la defensa y lo hizo en favor del subcomisario Carlos Alberto Soza, de quien dijo que quería resguardar de todas las acusaciones.

“La otra vez que vine me preguntaron todos y me volvieron loco, ahora voy a volverlos locos a ustedes”, le advirtió a los jueces y las partes. Se refería a su anterior declaración, en 2012, cuando se ventilaba el secuestro de Virginia Rita Rechia (esposa de Schedan) y fue citado por primera vez como testigo.

Pieri explicó que en 1976, cuando se cortaba a navaja y tijera, iba a la Federal asiduamente a cortar el pelo y practicar. “Los conocía a todos, en la delegación había gente que no quería estar en la porquería de la subversión. Lo quieren enganchar a Soza con todo eso pero lo conozco, para mí era un señor, él estaba en la parte de la documentación y nada más. El que estaba con todo eso era el “Perro” (Jorge Ramón) González, por eso yo pedí hablar con él”, se despachó.

Fue a declarar –justo- el día del peluquero y dispuesto a decir “en forma vehemente” todo lo que debía, antes de que le preguntaran. Criticó a la justicia que “llega tarde” después de 45 años y luego fue insistente en culpar de “todo lo que pasaba” a González, ya fallecido, y a quien trató como un borracho poco apegado al trabajo. González era el jefe de la delegación.

“Espero que hagan justicia por Soza”, les dijo a los jueces antes de retirarse. Insistió en que “no estaba en la Federal”, que había ido a Buenos Aires por problemas de salud de su hijo, en referencia al día del secuestro de Schedan y que lo conocía porque era el segundo de González.

“Yo les tiraba la lengua porque quería saber del puterío, sabía que la cosa estaba dividida, entre la tropa y los oficiales también, pero Soza no me contaba esas intimidades que otra gente me iba a contar”, señaló.

El diálogo fue extenso con la defensora Celia Delgado, que intentaba frenar la ansiedad del testigo, insistente en separar a Soza de lo que hacía su jefe González. Describió entonces el secuestro de Schedan e insistió en que Soza estaba en Buenos Aires esa jornada y que luego cuando se volvieron a ver no le preguntó ni se habló sobre ese tema.

Recordó que su esposa, Jackeline Bourguin, “la francesa”, trabajaba en Hidronor con Virginia Rechia, que cuando llegó el Ejército a secuestrarla la mujer le dejó a la bebé para que se la llevara a la abuela.

Pieri - PH Oscar Livera
Mario Pieri, peluquero de la delegación Neuquén de la policía federal en 1976

Relató que ese día en la comisaría de la Policía Federal, cuando su esposa y él preguntaban por el destino de Recchia, ya que les había dejado su bebé en custodia, Schedan fue a consultar por el secuestro de su mujer y González lo mandó a detener.

“El dijo que no sabía nada, que esas eran cosas del Ejército. Pero no sabe lo que no quiere saber”, insistió al indicar que creía que el “Perro” González no le decía la verdad y se hacía el “Poncio Pilato”. Agregó que supo después que  “fuerzas regulares lo fusilaron cerca del regimiento V de Bahía”.

Sin embargo, en otro tramo de su relato sostuvo que Recchia buscó a su esposo por seis o siete años después del secuestro. “Lo buscó por todo el país: por Misiones, Chaco y hasta Trelew, lo sé por mi esposa”, sostuvo.

Ni la fiscalía ni la querella del Ceprodh le hicieron preguntas. Y cuando el abogado de la APDH le consultó si conocía a Raúl Guglielminetti, aseguró que “era el que boleteaba gente”. Cuando le pidió precisiones bajó el tono de la acusación y dijo que “su negocio” era “manotear gente, meterla en cana para interrogar”.

Seguidamente se rectificó y sostuvo que “no sé si interrogaba, sé que los manoteaba” y cuando se le consultó si esto ocurría en la delegación  Pieri dijo que “sé que al tipo que agarraban, iba a la alcaidía y ahí no se sabía nada. Los llevaba para interrogar, pero no sé si hacía esas cosas. Conmigo siempre fue un señor”.

Guglielminetti, que se desempeñaba como civil de Inteligencia del Ejército, es uno de los 15 acusados en este juicio.

Pieri dio cuenta del desparpajo con el que se manejaba Guglielminetti, lo llamó por su nombre varias veces (como Raúl) y que siempre vestía de civil. Dijo que no lo veía en la delegación de la Federal porque iba a cortarse el pelo directamente a su peluquería, en tanto sostuvo que años después se lo encontró en Buenos Aires y “se movía dentro de la Federal”.

Finalmente describió que cuando desapareció un primo suyo (en Buenos Aires), le preguntó si sabía algo y Guglielminetti dijo desconocer, y que eran “grupos que trabajaban aparte”. Sostuvo que si bien nunca lo vio en la Federal “era conocido en todos lados, en el 70 ya estaba en Inteligencia y trabajaba en Radio LU5”.

En la misma audiencia también declararon Emilio Ribichini y un hombre de apellido Prado, ambos conscriptos en 1976 en la Delegación de Inteligencia 181 de Bahía Blanca.

Mario Pieri, un testigo que vio a Carlos Schedan el día de su secuestro en Neuquén

Ribichini, camarista federal (jubilado) y profesor en la Universidad Nacional del Sur, aportó detalles de cómo era la delegación de Inteligencia del Ejército en calle Chiclana en 1976. Dijo haber conocido allí a Carlos Alberto Taffarel y a Jorge Granada, pero que nunca vio nada que le llamara la atención en esos dos años ahí.

Describió que el lugar no estaba señalizado, no tenía bandera ni placa pero que «todo el mundo sabía que era una dependencia del Ejército», en el que se montaban guardias. Describió los tres autos en el garaje que no tenían identificación oficial. Calificó su función en el lugar a «mandadero» de los civiles y militares que ocupaban las oficinas.

Sostuvo que con el inicio de los juicios se enteró que Santiago Cruciani o Mario Mancini (ya fallecido), que también tenía su oficina allí, era el interrogador en el centro clandestino del V Cuerpo, La Escuelita. “No sabíamos bien qué hacían, sé que manejaban papeles, nada más”, insistió Ribichini.

Prado sólo describió las tareas de limpieza en esa misma edificación, sin recordar nombres ni actividad inusual durante los dos años allí.

Detalle

En esta audiencia los jueces informaron que el lunes 30 de agosto, en el aeropuerto de Neuquén, se llevará a cabo la inspección ocular del avión Twin Otter AE106, procedimiento solicitado por las defensas-

Se informó también que la próxima audiencia será el 8 de septiembre con cinco testigos solicitados por el defensor Pablo Repetto.

Shirley Herreros para la cobertura colaborativa

Fotos Oscar Livera